jueves, 5 de enero de 2012

educación de Finlandia "cada alumno es importante "

Se recuerda que en el “Gran Debate sobre el Futuro de la Escuela”, organizado al
final del año 2003 para preparar la nueva ley de orientación, la fórmula que concentró
gran parte de la polémica fue ésta: ¿Qué es necesario poner en el centro del sistema, el
alumno o los conocimientos?
Finlandia eligió sin discusión la primera alternativa. Parece incluso que un fino y
profundo análisis de las necesidades reales  de cada alumno es lo que está detrás del
asombroso éxito del sistema, pacientemente construido en 30 años de reforma. La idea 3
de que un alumno feliz, bien desarrollado
1
, libre de progresar a su ritmo, adquirirá más
fácilmente los conocimientos fundamentales no es una utopía de un pedagogo
iluminado: es simplemente la idea que orienta la acción de todos: el Estado, las
municipalidades, los directores de establecimiento, los profesores… Finlandia respeta
profundamente los conocimientos, pero respeta aún más a los individuos que están en
proceso de adquirirlos. Y eso no es tenido allí como un idealismo desabrido, sino por el
más elemental pragmatismo. Esa Räty, Director del Colegio Niinivaara, en Joensuu,
asume como su divisa la fórmula que resume esta filosofía: “Cada alumno es
importante”.
a) Un medio ambiente cálido y acogedor
El alumno debe sentirse en la escuela “como en su casa”. Toda divergencia entre
la escuela y la casa debe ser borrada en la medida de lo posible. El marco de vida está
concebido para favorecer esta continuidad: la escuela es un lugar de vida donde los
espacios de trabajo son extensos (65m ² por aula en el nuevo colegio en construcción en
Joensuu) y dónde los lugares previstos para el descanso son cómodos. Los alumnos
descansan en pasillos de colores cálidos y a menudo decorados por trabajos de ellos
mismos, sin carreras ni empujones. Sin degradaciones: los locales están limpios y se
respetan como un segundo hogar.  Pareciera incluso que no está en el espíritu de los
alumnos la idea de manchar, de destruir.
El tamaño modesto de los establecimientos (300 a 400 alumnos en un colegio;
400 a 500 en un liceo) crea una atmósfera de proximidad y permite al tutor o al director
de conocer personalmente a todos sus alumnos
En cuanto a las relaciones entre los profesores y los alumnos, éstas son de gran
familiaridad, lo que no excluye en ningún caso el respeto mutuo. Desde el jardín de
niños hasta el liceo, los profesores son accesibles, están disponibles y atentos. Una
joven alemana, alumna del liceo de Niinivaara, que vino a pasar un año en el marco de
un intercambio internacional, contaba que ella había llamado una vez por teléfono
celular a un profesor para pedirle unas aclaraciones sobre un punto del programa.
Bastante intimidada, temía la reacción del profesor. Pero éste se había mostrado, para su
gran sorpresa, encantado de poderle hacer  algo por ella. “Todo el mundo, añade, es
abierto y positivo. Los profesores buscan  ayudar a los alumnos a aprender. Todo es
extremadamente cálido y amistoso”. En efecto, todos los alumnos con quienes pude
comunicarme dicen gustar de su escuela, aun cuando tienen algún problema con uno u
otro curso.
Uno de los criterios que el colegio de Niinivaara enfatiza en su autoevaluación
es el sentimiento que tienen los propios alumnos de poder ser ellos mismos en toda
circunstancia. De hecho, nos impresiona, al circular por los establecimientos, la
                                             
1
 N del T: La palabra “desarrollado” no traduce exactamente el participio “épanoui”, usado en el original;
tampoco lo conseguiría el término “expandido”. El verbo “épanouir”, referido originalmente al abrirse de
una flor, hace referencia metafórica a un estado de despliegue, de expansión de potencialidades.  Es una
pena que no tengamos en castellano un verbo como ése. 4
relajación
2
 (incluso de indumentaria) y la libertad de movimiento de los alumnos, lo que
por otra parte no excluye, de modo alguno, una sorprendente autodisciplina. Pareciera
que el robo es desconocido: los alumnos depositan sin temor sus ropas en un vestuario
de libre acceso en el vestíbulo de todo establecimiento; las bicicletas quedan sin claves
antirrobos en los sitios previstos. En sus cursos los profesores tienen un elevado límite
de tolerancia con relación a pequeñas faltas que en Francia dan lugar, a menudo, a
sanciones inmediatas: Clase de Matemática en la Universidad de Juhanala, suena un
celular. Se comprende que el profesor llame la atención al alumno con un chasquido de
reprobación hecho con la lengua. El  alumno observa discretamente su SMS
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 y todo
vuelve al orden. En la misma clase, otro alumno trenza tranquilamente un scoubidou
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sin atraer ninguna atención: no molesta nadie y quizá esta ocupación le permite seguir
mejor la clase… Entonces ¿por qué pretender un comportamiento formal?
Ciertamente, existen sanciones: los alumnos perturbadores pueden verse
infligidos con media hora de retención durante la cual deberán quedarse tranquilos, sin
hacer nada, mientras que están siendo vigilados por un profesor. Los directores de establecimiento tienen incluso el derecho a suspender hasta por tres meses a los alumnos,
pero esta sanción es rarísima y en cualquier caso supone la obligación de ¡garantizar la
continuación de la enseñanza en la casa! La suspensión definitiva no esta prevista: ¿Un
padre de familia tendría entonces que ubicar a su niño en la calle?
Esta atmósfera familiar es aún más notoria en el jardín de niños. El número de
adultos allí es el suficiente para garantizar una estrecha relación con cada niño. Tres
auxiliares de pre-escolar más un ayudante
5
 para cada grupo de 12 niños de entre 1 y 3
años; 2 profesores calificados, un auxiliar de pre-escolar y un asistente para un grupo de
21 niños de edades entre 3 y 6 años. Por otra parte, todo es tomado en cuenta, en la
elección de los muebles y en el ritmo de las actividades, para evitar cualquier tensión
innecesaria a los niños. Por eso, ellos parecen asombrosamente tranquilos, relajados y
asequibles.


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